viernes, 23 de mayo de 2008

El Sonido de una Mano Aplaudiendo


Hay una maravillosa historia sobre Jimmy Durante, uno de los grandes animadores de hace algunas décadas. Se le pidió que participara en un espectáculo para veteranos de la Segunda Guerra Mundial.

Respondió que tenía una agenda muy ocupada y que solo podía disponer de unos cuantos minutos, pero que si no les importaba que hiciera un breve monólogo y se retirara de inmediato para su siguiente cita, iría. por supuesto el director del espectáculo aceptó feliz.

Pero cuando Jimmy subió al escenario, sucedió algo interesante. Presentó su breve monólogo y se quedó. El aplauso se fué haciendo cada vez más fuerte, y él no se movió. De pronto ya llevaba quince, veinte, treinta minutos. Finalmente, hizo una última reverencia y se retiró. Detrás del escenario alguien lo detuvo e inquirió:

- Pensé que tenia que retirarse a los pocos minutos. ¿Qué sucedió?

Jimmy contestó:

- Tenia que irme, pero puedo mostrarle la razón por la cual me quedé. Lo puede ver usted mismo si mira la primera fila.

En la primera hilera habia dos hombres, cada uno había perdido un brazo en la guerra. Uno había perdido el derecho y el otro el izquierdo. Juntos podían aplaudir, y eso era exactamente lo que hacían, con alegría y entusiasmo.

Tim Hansel

Historia tomada del libro: Caldo de Pollo para el Alma inquebrantable
Jack Canfield, Mark Victor Hansen y Heather McNamara
Editorial Diana

El Colegio Preparatorio de Xalapa - La Prepa Juárez (Segunda parte de 2)

Después de resolver el problema sobre la propiedad legal del edificio ocupado por el Colegio, el 6 de febrero de 1889 el gobernador Teodoro A. Dehesa comisionó al ingeniero Salvador Corral para que elaborara los planos de la remodelación del edificio.

El proyecto fue aprobado el 30 de marzo y de inmediato se iniciaron los trabajos. Al principio se pensaba en una reconstrucción parcial, pero el proyecto sufrió tantas modificaciones que finalmente se acordó la total demolición del anterior Colegio de Estudios Preparatorios del Estado.

Como el suelo era de roca sólida, se utilizaron explosivos con extremo cuidado para no dañar las construcciones vecinas. En el centro del solar se hallaba un aljibe que proporcionaba agua al inmueble, por lo cual se tuvieron que realizar diversas maniobras para conservarlo.

Debido a que las rocas de la base del edificio se encontraban a gran profundidad, se aprovecharon unas grietas existentes para la construcción de un buen sistema de drenaje.

Existe un amplio salón destinado para biblioteca; inicialmente se trataba de un salón reducido que albergaba 490 volúmenes de acervo en 1901, pero más tarde el espacio resultó insuficiente y el local se amplió con más estantería.

El escritor Salvador Díaz Mirón cedió las regalías de su obra Lascas para incrementar el acervo bibliográfico de la escuela. En otros salones pueden apreciarse un gabinete de física y un laboratorio de Química, un salón de clase de dibujo y un Museo de Historia Natural, en el cual se hayan el esqueleto de un ballenato, diversos animales disecados y una colección de rocas.

El Colegio cuenta con agua dé un manantial, colectada en un aljibe, que proporciona el agua suficiente para los servicios y para la limpieza general.

Cabe mencionar que la construcción del edificio en aquellos años costó 138,815.84 pesos, sin incluir el valor monetario que representó la mano de obra de los reclusos de la cárcel de Xalapa. En la secretaría del colegio se colocó un retrato al óleo de Teodoro A. Dehesa como reconocimiento por haber impulsado la educación y, en especial, por autorizar la construcción del nuevo edificio.

El edificio fue inaugurado el 24 de marzo de 1901. Los trabajos de ampliación se inauguraron el día primero de junio de 1943 cuando el Lic. Jorge Cerdán entregó el edificio al director del plantel Lic. Victor G. Piña. En la escalera de acceso se impuso una placa alusiva a la obra realizada.

En el Salón de Actos de la escuela se develó una placa con la siguiente inscripción:

"En el primer centenario de la fundación del Colegio Preparatorio (Colegio Nacional), el Presidente de la República, General de División Manuel Ávila Camacho, descubrió esta placa conmemorativa. 16 de septiembre de 1943".
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Fuente: Huellas de Xalapa, de Martín Cerón Cortés
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sábado, 17 de mayo de 2008

La Leyenda de los Volcanes (Colaboración de Hypatia)

Dentro de nuestras raices antiguas propias de los mexicanos, tenemos nuestras historias, nuestros cuentos, nuestras leyendas, y entre todas esas hay algunas de amor y valentía. Una de las historia de amor más hermosa de nuestros antepasados es la de "La Leyenda de los Volcanes". Nuestro Iztaccíhuatl y nuestro Popocatépetl juntos por toda la eternidad. Y quién mejor para compartir esta historia con nosotros que mi amiga Hypatia, a quien agradezco el que nos apoye con material de esta ídole para conocer mas sobre nuestra formación como pueblo mexicano, sobre nuestras raices. espero que les guste.

Las huestes del Imperio Azteca regresaban de la guerra, pero no sonaban ni los teponaxtles ni las caracolas, ni el huéhuetl hacía rebotar sus percusiones en las calles y en los templos: Tampoco las chirimías esparcían su aflautado tono en el vasto Valle del Anáhuac, y sobre el verdiazul espejante de los cinco lagos (Chalco, Xochimilco, Texcoco, Ecatepec y Tzompanco) se reflejaba un menguado ejército en derrotaHacia largo tiempo que un grande y bien armado contingente de guerreros aztecas había salido en son de conquista hacia las tierras del sur, allá en donde moraban los olmecas, los xilacanca, los zapotecas y los vixtotis, a quienes era preciso ungir al ya enorme señorío de Anáhuac.

Dos ciclos lunares habían transcurrido y se pensaba ya en un asentamiento de conquista. Sin embargo, regresaban los guerreros abatidos y llenos de vergüenza.

Durante dos lunas habían luchado. A pesar de su valiente lucha y sus conocimientos de guerra aprendidos en Calmecac – que era así llamado -, mazas rotas, las macanas desdentadas, maltrechos los escudos aunque ensangrentados con la sangre de sus enemigos.

Venía al frente de esta hueste, triste y desencantado, un guerrero azteca que, a pesar de sus desgarradas ropas y del revuelto penacho multicolores conservaba su gallardía, su altivez y el orgullo de su estirpe.

Ocultaban los hombres sus rostros y las mujeres lloraban y corrían a esconder a sus hijos para que no fueran testigos de aquel retorno deshonroso.

Solo una mujer no lloraba. Atónita miraba con asombro al bizarro guerrero Azteca que con su talante altivo y ojos serenos quería demostrar que había luchado y perdido en buena lid contra un abrumador número de hombres de las razas del sur. La mujer palideció y su rostro se tornó blanco como el lirio de los lagos al sentir la mirada del guerrero azteca que clavó en ella sus ojos vivaces, oscuros.

Y Xochiquetzal –que así se llamaba la mujer que quiere decir hermosa flor--, sintió que se marchitaba de improviso, porque aquel guerrero azteca era su amado y le había jurado amor eterno. Se revolvió furiosa Xochiquetzal para ver con odio profundo al tlaxcalteca que la había hecho su esposa una semana antes, jurándole y llenándola de engaños, diciéndole que el guerrero azteca, su dulce amado, había caído muerto en la guerra contra los zapotecas.

- Me has mentido, hombre vil y mas ponzoñoso que el mismo Tzompetláctl – que quiere decir escorpión -. Me has engañado para poder casarte conmigo, pero yo no te amo porque siempre lo he amado a él y él ha regresado y seguiré amándolo para siempre.

Xochiquetzal lanzó mil denuestos contra el falaz tlaxcalteca y levantando la orla de su huipil, echó a correr por la llanura, gimiendo su intensa desventura de amor.

Su grácil figura se reflejaba sobre las irisadas superficies de las aguas del gran Lago de Texcoco, cuando el guerrero azteca se volvió para mirarla. Y vió correr seguida del marido y pudo comprobar que ella huía despavorida. Entonces, apretó con furia el puño de la macana y separándose de la fila de los guerreros humillados, se lanzó en seguimiento de los dos.

Pocos pasos separaban a la ya hermosa Xochiquetzal del marido despreciable, cuando les dio alcance el guerrero azteca. No hubo ningún intercambio de palabras, porque toda palabra y razón sobraban allí. El Tlaxcalteca extrajo el venablo que ocultaba bajo la tilma y el azteca esgrimo su macana dentada incrustada de dientes de jaguar o de coyamel que así se llamaba el jabalí.

Chocaron el amor y la mentira. El venablo con erizada punta de pedernal buscaba el pecho del guerrero y el azteca mandaba furiosos golpes de macana en dirección del cráneo del que había robado a su amada haciendo uso de arteras engañifas. Y así se fueron yendo, alejándose del valle, cruzando en la más ruda pelea entre lagunas donde saltaban los ajolotes y las xochocalt, que quiere decir “ranitas verdes” de las orillas limosas.

Mucho tiempo duró aquel duelo. El tlaxcalteca defendiendo a su mujer y su mentira. El azteca, el amor de la mujer a quien amaba y por quien tuvo arrestos para regresar vivo al Anáhuac. Al fin ya casi al atardecer, el azteca pudo herir de muerte al tlaxcalteca, quien huyó hacia su tierra, tal vez en busca de ayuda para vengarse del azteca.

El vencedor por el amor y la verdad, regresó buscando a su amada Xochiquetzal y la encontró tendida para siempre a la mitad del Valle, porque una mujer que amó como ella no podía soportar la pena y la vergüenza de haber sido de otro hombre cuando en realidad amaba al dueño de su ser y le había jurado fidelidad eterna.

El guerrero azteca se arrodilló a su lado y lloró con los hojos y con el alma. Cortó maravillas y flores de xoxocotzin con las cuales cubrió el cuerpo inanimado de la hermosa Xochiquetzal. Coronó sus sienes con las fragantes flores de Yolochochitl, que es la “Flor del Corazón” y trajo un incensario en donde quemó copal, luego zenzontle llamado zenzontletole, “porque imita las voces de otros pajarillos” y quiere decir cuatrocientos trinos, pues cuatrocientos tonos de cantos dulces lanza esta avecilla.

Por el cielo en nubarrones cruzó Tlahuelpoch, que es el mensajero de la muerte y cuenta la leyenda, que en un momento dado estremeció la tierra y el relámpago atronó el espacio y ocurrió un cataclismo del que no hablaban las tradiciones orales de los tlaquiches, que son los viejos sabios y adivinos, ni los tlacuitos habían inscrito en sus pasmosos códices. Todo tembló y se anubló la tierra y cayeron piedras de fuego sobre los cinco lagos, el cielo se hizo tenebroso y las gentes del Anáhuac se llenaron de pavor.

Al amanecer estaban allí, donde antes era el valle, dos montañas nevadas, una que tenía la forma inconfundible de una mujer recostada sobre un túmulo de flores blancas, y otra alta elevada adoptando la figura de un guerrero azteca, arrodillado junto a los pies nevados de una impresionante escultura de hielo.Las flores de las alturas que llamaban tepexóchitl por crecer en las montañas y entre los pinares junto con el aljófar mañanero cubrieron de blanco sudario las faldas de la muerta y pusieron alba blancura de nieve hermosa en sus senos y en sus muslos y la cubrieron toda de armiño.

Desde entonces, esos dos volcanes que hoy vigilan el hermoso valle de Anáhuac tuvieron por nombres Iztaccíhuatl, que quiere decir “mujer dormida” y Popocatépetl, que quiere decir “montaña que humea”, ya que a veces suele escapar el humo del inmenso pebetero.

En cuanto al cobarde engañador tlaxcalteca, según se dice también en esta leyenda, fue a dormir desorientado muy cerca de su tierra y también se hizó montaña y se cubrió de nieve y le pusieron por nombre Poyautecatl, que quiere decir “señor crepuscular”, y posteriormente Cicatépetl o Cerro de la Estrella. Se dice que desde allá lejos vigila el sueño de los dos amantes a quienes nunca podrá ya separar.

Eran los tiempos en los que se adoraba al dios coyote y al dios colibrí, y en el panteón Azteca, las montañas eran dioses y recibían tributos de flores y cantos porque de sus faldas escurre el agua que vivifica y fertiliza los campos. Durante muchos años y poco antes de la conquista las doncellas muertas en amores desdichadas o por mal de amor eran sepultadas en las faldas de Iztaccíhuatl, de Xochiquetzal, la mujer que murió de pena y de amor y que hoy yace convertida en nívea montaña de perenne armiño.
Créditos: Hypatia (muchas gracias amiga)
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jueves, 15 de mayo de 2008

El Colegio Preparatorio de Xalapa -La Prepa Juarez - (Primera parte de 2)


En sus inicios este Colegio se conoció como Colegio Nacional de Xalapa y se ubicó en un ala del edificio del Convento de San Francisco. El 6 de abril de 1843 el presidente Antonio López de Santa Anna, por petición directa del Lic. Antonio María de Rivera, dictó un decreto por el cual brindaba su apoyo a la fundación del Colegio Nacional de Xalapa.

La junta Directiva del Colegio fue integrada en mayo de 1843 por el coronel José Julián Gutiérrez, jefe político de Xalapa, como presidente; el Lic. Ramón Terán, secretario; Bernardo Sayago, tesorero; el cura José Francisco Campomanes, Vicente Camacho y Antonio Martínez, vocales. Al Lic. Antonio María de Rivera se le designó Rector del Colegio.

La Junta elaboró un plan de estudios que comprendía las siguientes materias: Castellano, Latín, Francés e Inglés (idiomas), Teología Moral, Jurisprudencia, Medicina, Cirugía y Farmacia, Economía política y elementos de comercio, Historia sagrada e historia profana, Retórica y amena literatura, Elementos de matemáticas, Elementos de geografía, Música, Dibujo y pintura.

El colegio se inauguró el 16 de septiembre de 1843, constituyéndose en el segundo colegio de segunda enseñanza en el Estado (el primero fue el Colegio Preparatorio de Orizaba). Al comienzo de sus actividades contaba con cuarenta alumnos externos.

La escuela no recibió ayuda económica del gobierno de la República, ni del gobierno Departamental -sólo brindaban su apoyo moral-, aun cuando sus patrocinadores habían sido el presidente Santa Anna y el gobernador Quijano. En esta situación, el rector Antonio María de Rivera no solamente no cobraba sueldo, sino que muchas veces disponía de su dinero para cubrir gastos de la escuela.

Durante la invasión norteamericana, Juan Soto, gobernador de Veracruz, solicitó el edificio del convento franciscano para instalar un hospital militar. Posteriormente, los invasores, al llegar a Xalapa, se posesionaron del convento y lo destinaron para cuartel. Entonces Antonio María de Rivera trasladó el Colegio a una casa rentada y después al número 64 de la calle Belén (hoy Lucio).

Hacia 1850 por gestiones del mismo Antonio María de Rivera el gobierno cedió al Colegio una vieja casa ubicada en la calle de la Amargura número 82, esquina con Nacional (actualmente Revolución esquina con Juárez). Ahí funcionó durante algunos años hasta que en 1861 el gobernador Ignacio de la Llave, durante la invasión francesa, ordenó el desalojo del local que ocupaba el Colegio para establecer un hospital militar. Después del conflicto bélico, el Colegio retornó al mismo edificio.

Antonio María de Rivera continuó como rector hasta 1868 cuando, por orden del gobernador Francisco Hernández y Hernández, fue relevado por Joaquín G. Aguilar, catedrático del mismo Colegio Preparatorio.
Fuente: Tomado del libro "Huellas de Xalapa", de Martín Cerón

domingo, 11 de mayo de 2008

La Plazuela del Carbón (El Árbol de Revolución)


Donde se juntan las calles Revolución, Abasolo, Constitución y Victoria, está la popular y antigua Plazuela del Carbón, nombre debido a la venta de este combustible (carbón) alrededor de ese espacio otrora verdoso, por los populares carboneros que aqui se congregaban para vender su producto. Hoy, todavía el árbol fundador permite a los ciudadanos xalapeños nombrar a ese lugar "el árbol" o "árbol de Revolución".

Este memorable ejemplar es un fresno, traído especialmente de Inglaterra y plantado en los años de 1880 por el honorable profesor Agustín Blancas, de valiosa genealogía docente.

En esa época, preocupado por hermosear la ciudad y sus inmediaciones, había un grupo de personas que expresamente mandaba traer de los diferentes hemisferios especies vegetales para sembrar, de acuerdo con las exigencias ambientales de pomarrosas o yambos, pirules, álamos y algunas plantas de laurel procedentes del Mediterráneo y el Oriente, entre otros géneros.

En la plazuela de "el árbol del mercado", tríos y mariachis que constantemente afinaban con cariño guitarras, violines, requintos, contrabajos y trompetas, bajo el añoso follaje, esperaban a los enamorados galantes para llevar serenatas a los seres amados.
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Hubo una época en que esta zona fuera el escenario de un comercio informal y nuestro fresno querido de mas de 100 años de vida se encontrara en un estado critico de supervivencia, ya que desde clavos y argollas para amarrar los hilos de las toldos hasta cables de luz pasaban por el fortuoso árbol. El ambulantaje llegó a apoderarse de esta zona, dejando en la nostalgia este lugar recordado por los xalapeños de antaño.
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Fué hasta el periodo del alcalde Reinaldo Escobar en el municipio de Xalapa que se llevó a cabo una lucha contra el ambulantaje, logrando recuperar la tradicional Plazuela del Carbón. Nuestro árbol volvió entonces a vivir y los habitantes xalapeños recuperaron su Plazuelita añorada.
Fuente: Libro "Historias, cuentos y leyendas de Xalapa"

sábado, 10 de mayo de 2008

La otra Mujer (Reflexión)

Esta reflexión es con motivo del Dia de las Madres, pero mas bien está enfocada a los hijos. Atención amigos a esta pequeña historia, y una felicitación muy grande y con todo cariño a todas las madres del mundo de parte de su humilde servidor Duckach.


Después de 21 años de matrimonio, descubrí una nueva manera de mantener viva la chispa del amor. Desde hace un tiempo había comenzado a salir con otra mujer; en realidad había sido idea de mi esposa.

- Tú sabes que la amas –me dijo un día, tomándome por sorpresa. –La vida es demasiado corta, debes dedicar tiempo.

- Pero yo te amo a ti -. Protesté.

- Lo sé, pero también la amas a ella.

La otra mujer, a quién mi esposa quería que yo visitara era mi madre, quien era viuda desde hacía 19 años; pero las exigencias de mi trabajo y mis tres hijos hacían que solo la visitara ocasionalmente. Esa noche la llamé para invitarla a cenar y al cine.

- ¿Qué te ocurre?, ¿Estás bien? –me preguntó mi madre. Es el tipo de mujer que una llamada tarde en la noche, o una invitación sorpresiva es indicio de malas noticias.

- Creí que sería agradable pasar algún tiempo contigo –le respondí. –Los dos solos.

Reflexionó sobre ello un momento.

- Me agradaría muchísimo -dijo.

Este viernes, mientras conducía para recogerla después del trabajo, me encontraba algo nervioso; era el nerviosismo que antecede a una cita... y ¡por Dios!. Cuando llegué a su casa advertí que ella también estaba muy emocionada con nuestra cita. Me esperaba en la puerta con su abrigo puesto, se había rizado el cabello y usaba el vestido con que celebró su último aniversario de bodas. Su rostro sonreía e irradiaba luz como un ángel.

- Les dije a mis amigas que iba a salir con mi hijo y se mostraron muy impresionadas –me comentó mientras subía a mi auto -. No pueden esperar a mañana para escuchar acerca de nuestra velada.

Fuimos a un restaurante no muy elegante pero sí acogedor. Mi madre se aferró a mi brazo como si fuera “La primera dama”. Cuando nos sentamos tuve que leerle el menú. Sus ojos solo veían grandes figuras. Cuando iba por la mitad de las entradas, levanté la vista; mamá estaba sentada al otro lado de la mesa y me miraba. Una sonrisa nostálgica se le delineaba en los labios.

- Era yo quien leía el menú cuando eras pequeño –me dijo.

- Entonces es hora de que te relajes y me permitas devolver el favor – respondí.

Durante la cena tuvimos una agradable conversación; nada extraordinario, sólo ponernos al día con la vida del otro. Hablamos tanto que nos perdimos el cine.

- Saldré contigo otra vez solo si me dejas invitar – dijo mi madre cuando la llevé a casa. Asentí.

- ¿Cómo estuvo tu cita? – quiso saber mi esposa cuando llegué aquella noche.

- Muy agradable... mucho más de lo que imaginé... – contesté.

Días más tarde mi madre murió de un infarto. Todo fue tan rápido, no pude hacer nada.

Al poco tiempo recibí un sobre con copia de un cheque del restaurante donde habíamos, cenado mi madre y yo, y una nota que decía: “La cena la pagué por anticipado, estaba casi segura que no podría estar allí; pero igual pagué dos plato, uno para ti y el otro para tu esposa. Jamás podrás entender lo que aquella noche significó para mí. Te amo.”

En ese momento comprendí la importancia de decir a tiempo: “Te amo”, y de darles a nuestros seres queridos el espacio que se merecen; nada en la vida será más importante que Dios y tu familia. Dales tiempo, porque ellos no pueden esperar.