lunes, 5 de noviembre de 2007

Una carta para Ruth (Reflexión)


Dedicado a toda esa gente que siempre vé por el prójimo, aún en las peores desgracias.
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Ruth miro en su buzón del correo, pero solo había una carta. La tomó y la miró antes de abrirla, pero luego la miro con más cuidado. No había sello ni marcas del correo, solamente su nombre y dirección. Leyó la carta:

“Querida Ruth:

Estaré en tu vecindario el sábado en la tarde y pasaré a visitarte. Con amor:”

“Jesús”


Sus manos temblaban cuando puso la carta sobre la mesa.

- "Por que querrá venir a visitarme el Señor? No soy nadie en especial, no tengo nada que ofrecerle...”

Pensando en eso, Ruth recordó el vacío reinante en los estantes de su cocina.

- "Ay no! No tengo nada para ofrecerle!, tendré que ir a comprar algo. Bueno, comprare algo de pan y alguna otra cosa, al menos”.

Se echó un abrigo encima y se apresuro a salir. Una hogaza de pan francés, media libra de pavo y un cartón de leche... Y Ruth se quedó con solamente doce centavos que le deberían durar hasta el lunes. Aun así se sintió bien camino a casa, con sus humildes ingredientes bajo el brazo.

- Oiga, señora, nos puede ayudar, señora?

Ruth estaba tan absorta pensando en la cena que no vió las dos figuras que estaban de pie en el pasillo. Un hombre y una mujer, los dos vestidos con poco mas que harapos.

- Mire, señora, no tengo empleo, usted sabe, y mi mujer y yo hemos estado viviendo allá afuera en la calle y, bueno, está haciendo frío y nos está dando hambre, y bueno, si usted nos puede ayudar, señora, estaríamos muy agradecidos...

Ruth los miro con mas cuidado. Pensó que ellos podrían obtener algún empleo si realmente quisieran....

- ... Señor, quisiera ayudar, pero yo misma soy una mujer pobre. Todo lo que tengo es unas rebanadas de pan, pero tengo un huésped importante para esta noche y planeaba servirle eso a El.

- Si, bueno, si señora, entiendo. Gracias de todos modos.

El hombre puso su brazo alrededor de los hombros de la mujer y se dirigieron a la salida. A medida que los veía saliendo, Ruth sintió un latido familiar en su corazón.

- ¡Señor, espere!" La pareja se detuvo y volteó a medida que Ruth corría hacia ellos y los alcanzaba en la calle.

- Mire: ¿Por que no toma esta comida? Algo se me ocurrirá para servir a mi invitado... - Y extendió la mano con la bolsa de víveres.

- ¡Gracias, señora, muchas gracias!.

- ¡Si, gracias! - Dijo la mujer y Ruth pudo notar que estaba temblando de frío.

- ¿Sabe? tengo otro abrigo en casa. Tome este.Ruth desabotonó su abrigo y lo deslizó sobre los hombros de la mujer. Y sonriendo, volteó y regresó camino a casa... sin su abrigo y sin nada que servir a su invitado.

- ¡Gracias, señora, muchas gracias!

Ruth estaba tiritando cuando llegó a la entrada. Ahora no Tenia nada para ofrecerle al Señor. Buscó rápidamente la llave en la cartera. Mientras lo hacía notó que había otra carta en el buzón.
- Que raro, el cartero no viene dos veces en un día.

Tomó el sobre y lo abrió:


“Querida Ruth:

Que bueno fue volverte a ver. Gracias por la deliciosa cena, y gracias también por el hermoso abrigo. Con amor:

“Jesús”


El aire todavía estaba frío, pero aun sin su abrigo, Ruth no lo notó....

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